Jesucristo nos indicó ciertos límites y ciertos impulsos a tener en cuenta en nuestro anhelo de conocer lo divino; mismos que procuraremos averiguar y respetar.
Una vez aclarado que podemos investigar en cuestiones religiosas y teológicas, es preciso también aclarar que en nuestras investigaciones y razonamienos podemos usar y mezclar proposiciones naturales y sobrenaturales, conforme a las leyes de la lógica. Por tanto en nuestra búsqueda del plan de Dios podemos usar todo nuestro conocimiento natural y todo nuestro conocimiento sobrenatural.
No hay una lógica para lo natural y otra lógica para lo sobrenatural, del mismo modo que no hay una verdad natural y otra verdad sobrenatural. La lógica maneja verdades, vengan de donde vengan. Se trata siempre de la misma y única lógica. No puede ser que algo sea naturalmente verdadero y sobrenaturalmente falso, ni que sea naturalmente falso y sobrenaturalmente verdadero.
(Cabe aclarar —para quien le interese— que esta serie de artículos sobre el plan de Dios se inició después de terminar la serie de artículos "Religión torpe vs modelo", y que en lo planeado por Dios todo es real; en esto no hay utopías).
Buscar el plan de Dios ocupa todo nuestro saber, sobre todo nuestro saber respecto a Dios, a su ser y a su actuar, que es precisamente el objeto de nuestra búsqueda. Sobrentenderemos, pues, que Dios existe, que es único, Uno y Trino, que es omnipotente, omnisciente, omnipresente, creador de todo lo que existe —excepto de Sí mismo—, libre, amoroso, etcétera.
En otros artículos podrán tratarse y desarrollarse algunos o muchos de estos temas, como la demostración de la existencia de Dios, y tantos otros. Son artículos a los que llamamos "artículos menos torpes". Pero aquí todo eso se dará por sentado.
Aquí se propondrán las bases o criterios para buscar cuál sea el plan de Dios, que es algo libre, y cuya búsqueda supone todos los conocimientos verdaderos que tengamos previamente. Aquí también se dará por sentado el que tengamos una creciente intimidad con Dios. Es ahora muy conveniente que se relea con calma el artículo "Intimidad con Dios".
Como en toda investigación auténtica, podremos caer en errores, y aquí en mayor medida. Pero una vez reconocidos, procuraremos precisarlos, y luego corregirlos, revisando también las posibles ocurrencias de otros errores derivados de ellos o relacionados con ellos.
Una de las grandes dificultades de nuestra búsqueda es la libertad con que Dios diseña y ejecuta su plan. Pero contamos a nuestro favor con que Dios no es alguien que esté cambiando de parecer. Lo que Dios sabe, lo sabe desde siempre (desde la eternidad). Lo que Dios decide, lo tiene decidido desde la eternidad. Lo que Dios impera, lo tiene imperado desde la eternidad, aunque ese imperio —o mandato— se cumpla en algún tiempo futuro de sus creaturas.
Dios vive en un Presente Eterno, y desde ahí está viendo todo lo que sucede en el pasado, presente y futuro de sus creaturas. De hecho Dios está viendo, en su Presente Eterno, su plan ya completamente realizado, incluida toda la contingencia y toda la libertad de todas sus creaturas. A ese plan de Dios, completamente realizado, y libremente diseñado y ejecutado, lo podemos llamar un decreto, su Decreto, que Él ha elegido libremente realizar, desde toda la eternidad, entre muchos otros posibles decretos.
Esto de los decretos es tremendo. Si a un decreto le cambiáramos una cosa mínima, como el tiempo de un parpadeo de un pajarito, o el tiempo de una mínima mirada de una persona libre, lo que tendríamos sería otro decreto, completamente distino. O sea que un decreto lo abarca todo, absolutamente todo, hasta lo más mínimo. Y entre todos los decretos posibles —¿infinitos?—, Dios ha elegido libremente uno, su Decreto, que por supuesto incluye toda la libertad de sus creturas (las de su Decreto).
Hay que tener en cuenta todo esto en nuestra búsqueda del plan de Dios, que es parte del desarrollo mental de su Decreto, la parte que nosotros buscaremos conocer. Más atrevido sería buscar el Decreto de Dios (completo). Esto último nos es prácticamente imposible; necesitaríamos tener la mente divina.
Lo que nosotros buscamos —desde nuestro punto de vista con pasado, presente y futuro— es cómo Dios va diseñando y ejecutando mentalmente su plan, que ya terminado es su Decreto. Y claro que lo de pasado, presente y futuro de su plan, es una inculturación más de Dios respecto a nosotros (releer el artículo Intimidad con Dios en lo de la inculturación).
Entendido esto, se capta la importancia de la intimidad con Dios. Dios nos irá dando a entender su plan en la medida en que nuestro tiempo avanza de presente a futuro. Dios conoce con certeza —desde la eternidad— lo que nosotros haremos libremente en nuestro futuro; y ese conocimiento no altera en nada nuestra libertad. Nosotros conocemos con certeza algunas cosas que hicimos libremente ayer; y ese conocimiento de hoy en nada quita la libertad con la que obramos ayer. El conocimieno de la libertad de alguien, no quita en nada su libertad. Así, pues, el conocimiento que Dios tiene de nuestros actos libres futuros, en nada quita nuestra libertad futura.
Ya en concreto, ¿en qué consiste nuestra búsqueda del plan de Dios? Pues en tener intimidad con Dios y aprovecharla en nuestro intento de conocer su plan. Y como somos amigos íntimos platicamos con Él y le preguntamos cosas. Caminamos juntos porque nos amamos y nos sentimos muy a gusto junto con Él, y no tanto por el interés de sus respuestas a nuestras preguntas; si lo hiciéramos por tal interés, nuestra intimidad probablemente no crecería.
Él podría preguntarnos: "¿Por qué quieres conocer mi plan?". Y tendríamos que responderle con toda honestidad: "Para conocerte mejor y amarte más, a Ti y a mis prójimos".
No sería buena respuesta decirle que queremos conocer su plan por curiosidad científica, por amor a la verdad, como cualquier investigador. Jesús nos podría decir que la verdad es una persona, y que Él es la Verdad (el Camino y la Vida), y que por eso debemos querer tener intimiidad con Él.
Dios ha existido siempre, felicísimo; y su actuar interno no puede cambiar, ni disminuir, ni aumentar. Lo único que puede aumentar o disminuir, o cambiar, es lo externo a Él. Y Él, libremente, pudo crear o no crear. Pero de hecho creó. Nótese que el hecho de crear no aumentó su ser ni su felicidad; nada puede aumentar su ser ni su felicidad. Entonces, ¿por qué o para qué creó? Pues para que hubiera otros seres, distintos de Él, y para que fueran felices; porque el ser y la felicidad valen la pena.
Puede haber seres que no sean felices, como las piedras, pero no puede haber felicidad sin ser. Por tanto el ser es lo primero. Y por eso Dios es el Ser Subsistente, como dicen los filósofos y los teólogos. Entonces Dios crea para que haya más seres, otros seres, distintos de Él. Y también para que esos seres sean felices. Y lo ha venido logrando, pero poco a poco, al menos desde nuestro punto de vista.
A Dios le gusta que nos interese conocer su plan, que nos interesen sus cosas. A Dios incluso le gustan nuestras preguntas; pero lo que más le gusta es que nos sintamos a gusto con Él, que nos amemos (sensibilidad divina).
Si nos interesara amarnos en segundo lugar, y en primer lugar nos interesara conocer su plan, la cosa iría mal. Y claro, lo más probable sería que nuestra intimidad no creciera, Ya sabemos, pues, cómo debemos comportarnos.
Entonces, en nuestra intimidad con Dios podemos platicar de mil cosas, de lo que sea, pues lo más importante es amarnos. Incluso podemos pasar algunos lapsos en silencio, como sucede con los buenos amigos. Y podremos decirle con la máxima confianza: ayúdame a amarte en primer lugar, y a que mi interés por tu plan esté en segundo lugar. Y entonces las cosas ya irán muy bien, porque aumentará nuestra confianza y en adelante ya será Él quien se encargue de que las cosas vayan bien.
Quiero aclarar que estos escritos no buscan la brevedad; no son escritos para empresarios. Lo que buscan es conocer el plan de Dios en la medida de lo posible. Tuve un amigo —ya murió— a quien, ante las situaciones de riesgo, le gustaba decir: Oye chico, ése es el riesgo que hay que correr.
Aquí el riesgo que habría que correr, si lo hubiera, sería tener que leer. Pero lo del plan de Dios debe ser algo agradable de leer. Hay escritos agradables de leer; no todos los escritos deben buscar la brevedad. No sería razonable decirle a Cervantes: Oye chico, hubiera sido mejor que escribieras con brevedad tu famoso Quijote.
Vayamos ya, pues, a lo que nos interesa; a la búsqueda del plan de Dios.
El hecho es que Dios existe, que es perfectísimo, y que optó por crear. Y claro, optó por crear la mejor de todas las creaciones posibles (el mejor de los mundos posibles, como suele decirse). ¿Por qué habría Dios de crear una creación mediocre, un mundo mediocre? A este respecto pido que se lea la serie de artículos No te enojes con Dios.
En la actualidad (año 2023) las ciencias han avanzado mucho y sabemos que nuestro universo es enorme y que hay muchísimas galaxias. Sin embargo no tenemos certeza de que haya otros seres orgánicos inteligentes fuera de nuestro planeta Tierra. Si los hubiera, ¿eso causaría problemas teológicos o religiosos? No, el único problema auténtico sería que hubiera seres humanos que no descendieran de Adán y Eva.
Entonces, si en nuesto universo hay tantas creaturas inferiores al hombre, ¿cómo es que nuestro mundo sea el mejor de los mundos posibles? Sería necesario aclarar qué sea el mejor de los mundos posibles —creaciones posibles—, si sea un mundo en el que todas las creaturas fueran perfectísimas —en cuanto creaturas—, o un mundo en el que hubiera toda la gama de creaturas, desde las más imperfectas hasta la más perfectas.
Tendremos que aceptar lo segundo, dado que Dios ha creado el mejor de los mundos posibles. Y nos queda todavía otra incógnita: ¿Creó Dios todo desde el principio de un solo golpe, simultáneamente, o ha venido creando sucesivamente en nuestro tiempo? Bastaría saber de la creación de una sola creatura después de la creación inicial, para optar por lo segundo.
¿Sabemos de algo creado después de la creación inicial? Al menos sabemos de las almas humanas, que van siendo creadas al instante de la concepción de cada quien. Y también tenemos, al inicio del Génesis, la narración bíblica de la creación en sucesivos días o etapas. Tenemos así un avance significativo.
Esto nos deja en una situación temporal confortable, muy acorde con lo que de tiempo atrás las personas de buena voluntad y los cristianos aceptamos, al menos los católicos.
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