Al hablar de valores y paz poco a poco nos vamos convenciendo de que la humanidad está radicalmente enferma, y de que los intentos de solucionar los síntomas son totalmente ineficaces.
Se hace indispensable ir a la raíz de la enfermedad, a sus fuentes, a sus causas. Y esas causas están en el uso que hacemos de nuestra libertad, y en los motivos profundos que nos conducen a obrar de una forma o de otra. Tales profundos motivos son nuestros valores.
Observemos que hoy hablamos casi siempre de nuestros valores, de manera subjetiva, en vez de hablar de los valores, de manera objetiva. En la actualidad no nos gusta reconocer la objetividad, la realidad misma del universo en que vivimos, sino que queremos —ineficaz e inútilmente— que la realidad se adapte a nuestras subjetivas preferencias. Ahí está la raíz de la enfermedad, y de ahí surgen el subjetivismo, el individualismo egoísta y el relativismo de nuestro tiempo.
Valores y paz.
No nos gusta aceptar que hay una verdad objetiva, sino que deseamos que la verdad sea relativa a la subjetividad de cada quien. Por ejemplo, hoy no nos gusta preguntar qué es la familia, sino qué es la familia para ti, o para mí, o para él, o para ella. Y lo mismo sucede con muchas cuestiones fundamentales, como en lo religioso, en lo moral, etcétera.
Antonio Machado, el poeta español, lo decía de la siguiente manera:
¿Tú verdad? no, la verdad;
y ven conmigo a buscarla.
La tuya guárdatela.
En las cosas superficiales, en cambio, la verdad objetiva es aceptada sin dificultad. Nadie pregunta subjetiva y relativamente a qué hora sale el avión para ti, o para mi, o para él, sino que todos preguntan a qué hora sale el avión, con plena objetividad; pues de otro modo correrán el riesgo de perder el avión. Y así en muchas cosas más. También se acepta la verdad objetiva en las tablas de sumar y multiplicar, en los porcentajes y en muchas leyes matemáticas que se usan para manejar el dinero.lores y paz.
Todos queremos ser felices, y buscamos la felicidad en los valores que aceptamos y adoptamos. Pero muchas veces tomamos como valores realidades que son falsos valores. Ya los antiguos griegos habían señalado como falsos valores, o falsos caminos para ser felices, a la fama, el poder y las riquezas. Son falsos valores porque no podemos llevárnoslos a la otra vida, después de morir; lo cual ciertamente es posible con los valores auténticos, como el ser, la verdad, el bien y algunos más. Por eso los falsos valores poco nos ayudan a superar el temor a la muerte. Sobra decir que mientras haya temor no puede haber paz.
Y otra vez lo mismo: poco a poco se han venido estableciendo serios errores también en el ámbito de los valores. Es preciso descubrir esos errores y tratar de corregirlos. Hay que hacerlo inicialmente al menos en lo que a nosotros se refiere, pues de lo contrario será difícil realizar el debido ensemble que nos permita lograr la paz general.
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Jul 20, 23 10:59 AM
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