DIOS ES CAUSA DE TODO LO QUE EXISTE
El plan de Dios (4)



A los humanos suele molestarnos todo lo que demerite o parezca demeritar nuestra libertad. Que Dios sea causa de nuestros actos libres suele molestarnos mucho, por no entender bien esa causalidad. Por eso es muy importante aclararla.

Parte importante del plan de Dios es respetar la libertad que quiso dar a sus creaturas, y también el hacerlas debidamente responsables de sus actos libres. Y para sostener eso hay que afirmar que Dios es causa de todos nuestros actos libres.

La mayoría de la gente no suele interesarse en la causalidad divina, pero algunas pocas personas sí se interesan en ello. Sin embargo, aun esas pocas personas no conocen debidamente la causalidad divina, ya que tienen dificultad en aceptar que nuestros actos libres sean causados por Dios.

Se acepta la causalidad divina, pero notablemente disminuida, porque dicha causalidad no suele ser debidamente aceptada respecto a nuestros actos libres.


Dios también es causa de nuestros actos libres

Se suele decir: Si Dios fuera causa de mis actor libres, esos actos míos en realidad no serían libres.

Se suele manejar el siguiente ejemplo. Un niño de unos doce años recibe dinero de su papá para ir a comprarse un helado. Ya en la nevería ve dos helados que le gustan, uno de chocolate y otro de fresa; y elige el helado de fresa. Luego el niño piensa: Mi papá me dio dinero (capacidad para comprar), pero la elección entre el helado de chocolate o el de fresa la hice yo, la fresa la elegí yo, no mi papá.

Llevemos el ejemplo a lo divino, hablando de libertad en vez de dinero. Un niño de unos 12 años recibe libertad de Dios para ir a comprarse un helado. Ya en la nevería ve dos helados que le gustan, uno de chocolate y otro de fresa; y elige el helado de fresa. Luego el niño piensa: Dios me dio libertad (capacidad para elegir), pero la elección entre el helado de chocolate o el de fresa la hice yo, la fresa la elegí yo, no Dios.

De esta forma —confundiendo algunos conceptos— mucha gente se explica, deficientemente, la causalidad divina de nuestros actos libres. Si seguimos enfocando el problema de la misma forma, lo probable es que no podamos resolverlo debidamente. Será necesario enfocarlo de otra forma (esto sucede con muchos problemas).

En este momento es importante releer con calma el artículo Inicio de nuestra búsqueda, donde se habla de los decretos.

Enfoquemos el ejemplo a lo divino. Consideremos que Dios está a punto de crear, y para ello va a elegir un posible decreto. Entonces, entre los muchos posibles decretos, Dios elige el decreto en el que está el niño del ejemplo anterior, que va a tomar un helado a la nevería, y que elige el de fresa él solo, y piensa: Dios me dio libertad (capacidad para elegir), pero la elección entre el helado de chocolate o el de fresa la hice yo, la fresa la elegí yo, no Dios.

Ése es el niño de ese posible decreto que Dios está a punto de crear, de traer a la existencia. Es claro que antes de crearlo, ese decreto no existe, ni el niño, ni la nevería, ni la fresa, ni el acto libre del niño, ni creaturas; ni Dios es causa de ese acto libre del niño, que todavía no existe. Pero cuando Dios trae a la existencia ese decreto, Dios es causa del decreto mismo y de todo lo que hay en él, incluso del acto libre con el que el niño elige la fresa.

Dios es causa primera de todo lo que crea, y también de todo lo que conserva en la existencia; por eso se dice que la conservación es una creación continua. Las creaturas también pueden causar, y a esas causas les llamamos causas segundas.

Por ser Dios causa primera del decreto y de todo lo que hay en él, es también causa primera del acto libre del niño que elige la fresa; y el niño también es causa, pero causa segunda, de su propio acto libre de elegir la fresa. Si el niño no fuera causa segunda de su acto libre —por no haber causas segundas— las creaturas no podríamos causar, ni el niño podría elegir su helado de fresa. Si Dios no fuera causa primera del acto libre del niño, tampoco sería causa primera del resto del decreto, y no habría decreto, ni niño, ni fresa, ni creaturas.

No es que Dios tenga que acercarse a la oreja del niño para soplarle que elija la fresa. No. ¡El niño elige la fresa él solo! Pero Dios hace posible que lo haga, que la elija él solo, por conservarlo en la existencia cuando elige.

Dios, por ser el creador de Su decreto, es causa primera del decreto mismo y de todo lo que ahí hay y sucede, incluidos los actos libres de sus creaturas, si hay esos actos libres en el decreto. Y si los hay, esas creaturas son causas segundas de sus propios actos libres. Y en el ejemplo, el niño es causa segunda de su elección libre de la fresa, y Dios es causa primera de la elección libre de la fresa hecha por el niño, aunque el niño la elija él solo.

Dios no elige la fresa, que es elegida sólo por el niño; pero Dios es causa primera de la elección libre del niño.

Los dos, el niño y Dios son causa de la misma y única elección libre de la fresa. Dios es causa primera y el niño es causa segunda de toda y la misma elección única de la fresa, no de dos elecciones de la fresa, ni de dos partes de la elección de la fresa. Son dos causas (la primera de Dios y la segunda del niño), pero es una única elección libre de la fresa, hecha sólo por el niño.

Lo que sucede es que la causa primera hace posible la causa segunda, porque la conserva en la existencia. Por eso no habría causa segunda sin la causa primera, que es absolutamente indispensable.

El niño tiene razón cuando piensa: la fresa le elegí yo, no mi papá. Y aquí no hay nada que añadir, porque el papá del niño no es causa primera de nada.

El niño también tiene razón cuando piensa: la fresa le elegí yo, no Dios. Porque Dios no eligió la fresa, que fue elegida sólo por el niño. Pero aquí ciertamente hay algo que añadir, porque Dios es causa primera de la elección libre de la fresa hecha sólo por el niño.

  • Dios es causa primera de la elección libre de la fresa, hecha sólo por el niño.
  • La fresa es elegida por el niño, mas no por eso es elegida también por Dios (habría dos elecciones), aunque Dios sea causa primera de la elección del niño.

Aclaremos la consusión:

  • Dios es causa de la elección de lo elegido (la fresa).

Aquí se aclara que Dios es causa de la elección de lo elegido (la fresa), y no que Dios elija la fresa (lo elegido). Los que piensan que Dios elige lo elegido confunden la elección con lo elegido.

  • Dios no elige la elección, ni lo elegido (la fresa); lo que Dios elige es conservar en la existencia la elección de la fresa, hecha sólo por el niño.

Los que en este contexto piensan que Dios elige la elección o lo elegido (la fresa), confunden ser causa con elegir. En este contexto Dios es causa de algo, pero no elige nada (aunque Dios pueda elegir otras cosas en otros contextos).

Este problema tan discutido radica en que se menejan conceptos equívocos: en que se confunde la elección con lo elegido; y también en que se confunde ser causa con elegir.

Aclaradas las confusiones, declaremos la realidad general respecto a las elecciones:

  • Dios es causa primera de todas las elecciones —libres o no— de todas sus creaturas.
  • Las cosas elegidas por las creaturas, no por serlo son elegidas también por Dios, aunque Dios siempre sea causa primera de todas esas elecciones.

El niño acierta cuando piensa: la fresa la elegí yo, no mi papá

El niño también acierta cuando piensa: la fresa la elegí yo, no Dios.

El niño no se equivoca en ninguno de los dos casos porque no ha desarrollado el conocimiento de los conceptos que dan lugar a la confusión, a la equivocidad. Somos los adultos los que damos lugar a la confusión.

Dicho en síntesis, toda elección libre de toda creatura tiene a la creatura misma como causa segunda, y tiene a Dios necesariamente como causa primera de esa misma y única elección libre de la creatura.

¿Y qué sucede cuando el niño come el helado de fresa?

De una parte hay que notar que no es lo mismo elegir que comer. Comer no es una elección, sino otro tipo de acto. Hay muchos tipos de actos, y comer es sólo uno de ellos.

De otra parte, no hay que confundir ser causa con comer. En efecto, una cosa es ser causa y otra cosa es comer.

El niño con justa razón podría pensar: la fresa la comí sólo yo, no mi papá.

Y también podría pensar: la fresa la comí sólo yo, no Dios.

Si Dios hubiera comido la fresa, el niño se habría quedado sin la fresa, o se habría tenido el absurdo de dos actos de comer la única fresa.

Dios no comió la fresa, pero fue causa primera de que el niño la comiera.

Generalicemos lo analizado en los actos particulares de elegir y comer.

Dios es causa primera de todas sus creaturas y de todos los actos de sus creaturas —sean los actos que sean—; mas no por eso Dios realiza esos mismos actos.

Si una creatura realiza un acto cualquiera, Dios es causa primera del acto de esa creatura, mas no por eso Dios realiza ese mismo acto, pues si lo realizara tendríamos el absurdo de dos actos donde debería haber sólo uno (nada más pensemos en el acto de blasfemar).

Declaremos la realidad general respecto a todos lo actos de las creaturas:

  • Dios es causa primera de todos lo actos —libres o no— de todas sus creaturas
  • Los actos libres de las creaturas, no por serlo son actos libres también de Dios, aunque Dios sea siempre causa primera de todos esos actos.


Como puede comprenderse a partir de estos análisis, nuestro problema de fondo no radica en la existencia o el modo de ser de Dios, sino en la existencia y el modo de ser de las creaturas, y de nosotros mismos como creaturas. Dios no tiene ningún problema; el problema lo tenemos nosotros, por no conocer bien a Dios y su creación.


Dios también es causa primera de las libres elecciones del mal de parte de las creaturas

Si Dios es causa primera de todas las elecciones libres de todas sus creaturas, es claro que por lo mismo es causa primera de todas las elecciones libres de sus creaturas cuando éstas eligen el mal. Y de hecho, muchas creaturas eligen el mal.

Aunque el párrafo anterior se sigue de lo dicho en el apartado anterior, al mencionar la elección del mal surge un nuevo problema en la mente de muchas personas, y será muy conveniente aclararlo. En el apartado anterior se dijo lo siguiente:

  • Dios es causa primera de la elección libre de la fresa, hecha sólo por el niño.
  • La fresa es elegida por el niño, mas no por eso es elegida también por Dios (habría dos elecciones), aunque Dios sea causa primera de la elección del niño.
  • Dios no comió la fresa, pero fue causa primera de que el niño la comiera.
  • Si Dios hubiera comido la fresa, el niño se habría quedado sin la fresa, o se habría tenido el absurdo de dos actos de comer la única fresa.

Ahora pongamos un nuevo ejemplo. Un hombre adulto perfectamente sano, llamado Luis, sabiendo que es un delito, libremente elige matar a otro hombre adulto perfectamente sano, llamado Antonio. Luis toma una pistola, apunta hacia Antonio, dispara y Antonio muere.

Aquí tenemos el ejemplo de una creatura, Luis, quien libremente elige obrar el mal, matar a Antonio. Y claro, Dios es causa primera de la elección libre de Luis. He ahí el problema.

Si aplicamos lo que ya sabemos al caso de la elección del mal, en vez del niño hablaremos del malvado; en vez de la fresa hablaremos del mal; y también hablaremos de Luis (el malvado) y de Antonio. Tendremos lo siguiente:

  • Dios es causa primera de la elección libre del mal, hecha sólo por el malvado.
  • El mal es elegido por el malvado, mas no por eso es elegido también por Dios (habría dos elecciones), aunque Dios sea causa primera de la elección del malvado.
  • Dios no mató a Antonio (no disparó la pistola), pero fue causa primera de que Luis lo matara (de que disparara la pistola).
  • Si Dios hubiera matado a Antonio (disparado la pistola), Luis (se habría quedado sin la pistola y sin dispararla) no habria matado a Antonio, o se habría tenido el absurdo de (dos pistolas y dos disparos) dos actos de matar al único Antonio.

El paralelismo de las dos redacciones es muy claro, por lo que también es claro que el mal no es elegido por Dios, sino sólo por el malvado; con lo cual queda aclarado el nuevo problema que surge en la mente de muchas personas. Pero muchas de esas personas suelen seguir teniendo problema, sea porque no meditan a fondo estos razonamientos, sea porque no logran seguir la secuencia lógica ni aceptar el peso de los argumentos. O sea que conviene aclarar más cosas, en atención a esas personas.

Hay una diferencia importante en las dos redacciones anteriores, aun habiendo entre ellas el mencionado paralelismo:

  • La fresa existe,
  • El mal no existe (es una privación).
  • Por lo cual Dios es causa de la fresa, porque la fresa existe (al margen de la elección del niño e incluso de que el niño fuera a la nevería).
  • Pero Dios no es causa del mal, porque el mal no existe.
  • Lo que existe requiere causa; lo que no existe no requiere causa.

El malvado ha elegido algo que no existe (el mal); es decir, la elección del malvado carece de objeto elegido, y puede pensarse que sea una falsa elección. Y surge la pregunta de si sea lo mismo elegir el mal que no elegir. No es lo mismo; las piedras no eligen, más no por eso eligen el mal.

Además, Dios es causa primera de la elección del malvado, y por tanto la elección del malvado existe, aunque carezca de objeto elegido. Por tanto, al elegir el mal, no se puede afirmar que no haya elección del malvado (como si éste fuera una piedra); lo que se debe afirmar es que la elección del mal es simplemente una elección tonta.

Sabemos que el mal no existe, que es una privación. Por tanto, en este acto (matar) de Luis todo lo que existe es algún bien: buena pólvora, buena bala, buena pistola, buena puntería, buen resultado del efecto deseado, Antonio muere.

  • Recordemos que una cosa es que el niño elija la fresa, y otra cosa es que la coma. No es lo mismo elegir que comer. Comer la fresa no es una elección, sino otro tipo de acto.
  • Y aquí sucede lo mismo: una cosa es que el malvado elija el mal (matar a Antonio), y otra cosa es que lo mate (que dispare la pistola). No es lo mismo elegir que matar. Disparar la pistola no es una elección, sino otro tipo de acto.
  • Se confunde el acto de elegir matar con el acto de matar.

¿En dónde está el mal? Debe estar en algo que no existe. Desde luego en la falta de vida de Antonio; pero en nuestro ejemplo Antonio no cometió ningún mal, y no estamos analizando la actividad de Antonio. Estamos analizando la actividad de Luis.

Pero en el acto libre de Luis parece que todo existe (la bala, la pistola, etcétera), incluso el privar de vida, pues la vida de Antonio no desapareció por arte de magia. Hubo un acto, una acción, la de Luis, que privó a Antonio de su vida. Lo mismo sucede si al andar Luis y Antonio de cacería, Luis mata a Antonio por accidente. En este caso, en el acto libre de Luis no habría ningún mal. En cambio, cuando Luis asesina a Antonio, en el acto libre de Luis ciertamente hay un mal, algo que no existe. ¿Dónde? En la falta de conformidad de su acto con la norma moral.

El acto libre de Luis mata —priva de la vida a Antonio—, sin conformarse con la norma moral de no matar. En el caso de un accidente el matar de Luis no violaría la norma moral. Pero en ambos casos hay un muerto; el acto libre de Luis causa una muerte, queriéndolo —contra la norma— o sin quererlo —sin violar la norma—; en el primer caso en Luis se da un mal moral; en el segundo caso en Luis no se da ese mal.

En ambos casos el acto libre de Luis es causa segunda de la muerte de Antonio (Luis mata a Antonio); y Dios es causa primera del acto libre de Luis; mas no por eso Dios realiza el mismo acto que Luis (habría el absurdo de dos actos de matar al único Antonio). Ya lo habíamos visto:

  • Los actos libres de las creaturas, no por serlo son actos libres también de Dios, aunque Dios sea siempre causa primera de todos esos actos.

En resumen: Dios no mata a Antonio. Dios no realiza el mal. Finalicemos este problema de nuestra libertad y el mal.

Luis elige libremente matar a Antonio; pero Dios no elige matar a Antonio, aunque sea causa primera de la elección libre de Luis.

Luis dispara la piestola; pero Dios no dispara la pistola, aunque sea causa primera de que Luis dispare la pistola.

El disparo altera el cuerpo de Antonio dejándolo sin alma; pero Dios no altera el cuerpo de Antonio, aunque sea causa primera de esa alteración.

El alma de Antonio deja de estar en su cuerpo, lo cual es un mal, una privación, un no ser, que no requiere causa; por lo cual ni Luis es su causa ni Dios es su causa.

¿Qué fue del alma de Antonio? Eso no interesa en este análisis. Aquí sólo interesa que el alma de Antonio no exista más en su cuerpo. A estos efectos su alma pudo haber dejado de existir, o haberse ido al Cielo, o al Purgatorio, o al Infierno, o a jugar canicas en un lugar desconocido.

Luis elige libremente el mal, matar a Antonio, un no ser de su alma en el cuerpo de Antonio, por lo que su elección carece de objeto y es una elección simplemente tonta. Y más tonta por violar la norma moral de no matar y hacerse culpable.

O sea que Dios es omnipotente y respetuoso incluso de nuestros actos libres, que incluyen a nuestras elecciones libres. Y es creador y conservador de todo lo que existe, excepto de Sí mismo.


Dios no tiene obligaciones; y es del todo inocente.

Las obligaciones se refieren a personas. Y el tener alguna obligación implica que la persona que la tenga deba cumplirla, que haga algo a futuro, de manera activa o pasiva. Pero nadie está obligado a hacer lo que ya hizo, y Dios ya lo hizo todo en su Presente Eterno.

Por tanto Dios no está obligado a nada, no tiene obligaciones.

Y por lo mismo, Dios no está obligado a cumplir ninguna norma; por lo que ninguna noma se le aplica a Dios, ni puede Dios violar ninguna norma.

Debido a lo cual Dios es absolutamente inocente.

Los derechos también se refieren a personas, tanto en el sentido de que sólo las personas tienen derechos, como en el sentido de que los derechos sólo se tienen de cara a personas, es decir, sólo las personas pueden tener la obligación de respetarlos.

Por ejemplo, yo soy persona y tengo derecho a la vida, y lo tengo sólo de cara a personas. No lo tengo de cara a un alacrán, porque el alacrán no es persona. Si el alacrán me pica y muero, no se puede decir que el alacrán haya violado mi derecho a la vida, porque el alacrán no podía tener la obligación de respetarlo, por no ser persona. Si yo mato al alacrán no violo un supuesto derecho a la vida del alacrán, porque el alacrán no tenía derecho a la vida, por no ser persona.

Dios no tiene obligación de respetar ningun derecho, porque no tiene oblicaciones. Por eso nadie tiene derechos de cara a Dios.

Por ejemplo, al comulgar tengo derecho de que me den la comunión en la boca o en la mano, pero ese derecho lo tengo de cara al sacerdote, no de cara a Dios.

Las Personas Divinas tienen todos sus derechos de cara a todas las personas que no son divinas, es decir, todas las creaturas que sean personas deben respetar todos los derechos divinos.

Por tanto, si alguna persona que no es divina violara algún derecho divino sería culpable.


Dios hace surgir bienes con ocasión de alguos males

Que Dios hace surgir bienes con ocasión de algunos males es lo que se pretende decir con la frase "Dios es bueno y poderoso hasta el grado de sacar bienes de los males". La realidad es que esta última frase no suele ser bien entendida.

En esto del bien y el mal la palabra ámbito es una palabra clave. La Academia la define como: "Espacio ideal configurado por las cuestiones y los problemas de una o varias actividades o disciplinas relacionadas entre sí. Esto pertenece al ámbito de la psicología, no al de la sociología".

Algo se dice bueno en determinado ámbito, y eso mismo también se puede decir malo en algún ámbito distinto, sin que haya relativismo; cada cosa es lo que es, buena o mala, pero en el correspondiente ámbito. De modo que algo que se dice malo en determinado ámbito, puede decirse bueno en un ámbito distinto, usualmente mayor y posterior. Dios puede hacer que en un ámbito algo se diga malo —y que lo sea—, y que eso mismo en otro ámbito, usualmente mayor y posterior, se diga bueno —y que también lo sea—, sin que en eso haya ningún relativismo ni ninguna ideología de género.

Continuemos con el ejemplo de Luis, que mata a Antonio, pero añadiéndole algunas cosas: algunas actividades que Antonio tenía antes de morir; y un hijo de Antonio, llamado Eduardo, y también algunas de sus actividades.

Antonio era médico y tenía una pequeña clínica en la ciudad donde vivía. 

Eduardo era un brillante estudiante poco antes de recibirse en Administración de Empresas, y deseaba crear una empresa propia. No se interesaba nada en la clínica de su papá. Pero al morir su papá y heredar su clínica a Eduardo, éste tuvo que pasar a gobernarla y conocerla a fondo mientras veía la forma de deshacerse de ella o dejarla en manos de algún médico competente para ello.

En ese tiempo y propceso de conocimiento, Eduardo se dio cuenta de que era conveniente que la clínica tuviera dos directores: uno en el campo médico y otro en el campo administrativo. Su papá gobernaba en ambos campos. Claro que lo más conocido para Eduardo era el campo administrtrativo. Advirtió que la clínica no contaba con un buen director en el campo médico, y además, que no contaba con ningún director en el campo administrativo.

Como la clínica había pasado a ser suya por herencia, y por supuesto era una empresa en el campo médico, Eduardo comprendió que la clínica podía ser la empresa propia que él deseaba, si lograba conseguir un buen director para el campo médico, y él, además de ser el dueño se nombrara director en el campo administrativo. De otra parte, eso le encantaría a su mamá.

En nuestro ejemplo así sucedió, y Eduardo en poco tiempo amplió la clínica y la convirtió en un hospital de cierta importancia; y tiempo después lo conviertió en el mejor hospital de la ciudad. Como él era muy creativo, añadió campos de investigación y tratamiento de enfermedades peculiares. Muchas personas de la ciudad y de pueblos y ciudades cercanas acudieron al hospital y lograron curarse o al menos mejorar mucho. Así, pues, se consideraba muy bueno que Eduardo hubiera pasado a dirigir la antigua clínica y la convertirla en el nuevo hospital; claro, a la muerte de su papá.

De tal manera, en ese nuevo ámbito se consideró bueno que su papá, Antonio, hubiera muerto en el tiempo en que murió y en la edad y demás circunstancias de su hijo Eduardo. En ese nuevo ámbito la muerte de Antonio se consideró algo bueno —y lo era—, pues de no haber muerto, Eduardo no habría convertido la aintigua clínica en el moderno hospital, y muchas personas no se habrían curado, o no habrían mejorado, o incluso habrían muerto.

Por tanto aquí hay dos ámbitos temporales, el del tiempo en que Antonio murió, y un ámbito mayor y posterior, el del tiempo del buen funcionamiento del importante hospital. En cada ámbito la realidad es lo que es, buena o mala, sin relativismo. 

La muerte de Antonio, en su ámbito original fue un mal, un no ser, que dejó un hueco en lo que había sido la vida de Antonio. Y no es que Dios sacara de ese hueco los futuros bienes que tendrían lugar en el hospital. No. Lo que sucedió fue que con ocasión del hueco que la muerte de Antonio dejaba, otra persona pudiera suplir lo que ese hueco dejaba, y que esas nuevas funciones —las de Eduardo— pudieran ser o fueran mejores que las de Antonio.

Dios fue causa primera de actos libres de Eduardo que suplieran o mejoraran el hueco que Antonio dejaba con ocasión de su muerte. Dios no sacó del mal —del hueco— los nuevos bienes, sino que fue causa primera de que con ocasión del mal surgieran los nuevos bienes que suplieran o mejoraran el hueco.

Al margen de creaciones auténticas, Dios no saca bienes de la nada. Dios no saca nuevos bienes del mal, de un hueco —de una nada—, como si fuera un mago, sino que con ocasión del hueco de un mal, promueve cambios en sus creaturas que puedan suplir o mejorar ese hueco dejado por el mal.

Dios es poderoso y puede crear creaturas a partir de la nada. Pero si no hay auténticas creaciones, Dios no saca bienes de huecos dejados por los males, como si fuera un mago. Dios es poderoso, pero no es un mago.

A la muerte de Antonio Dios no creó a Eduardo, ni sacó a Eduardo de la muerte de Antonio, sino que con ocasión de la muerte de Antonio promovió a Eduardo para que supliera o mejorara lo que Antonio hacía.

Y todo sucede porque surgen nuevos ámbitos, que pueden ser de muchos tipos: temporales, espaciales, psicológicos, sociológicos, políticos, etcétera. Con ocasión de la muerte de Antonio, su esposa, ahora viuda, podría contraer nuevas nupcias.

Dios no es un mago, no saca bienes de los males —aunque así lo digamos— sino que, con ocasion de los males promueve nuevos bienes que puedan suplirlos.

Dios, con ocasión del mal, puede promover nuevos bienes.


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