EL PLAN DE DIOS EN GENERAL
El plan de Dios (2)




Las cuestiones generales del plan de Dios suelen ser conocidas también por nosotros, como lo relacionado con preguntas nuestras: ¿por qué Dios permite el mal?, etcétera. Pero también pueden ser cuestiones propias del plan de Dios.

En la actualidad se habla de multiversos y de muchas otras novedades. Lo cual nos conduce a dividir el tratamiento del plan de Dios en dos grandes partes: el plan de Dios en general, y el plan de Dios en lo referido a la humanidad (a los descendientes de Adán y Eva).

Pero por favor, dicen algunos, lo de Adán y Eva es sólo una leyenda.

¿De veras? Si lo de Adán y Eva es sólo una leyenda, no hay pecado original. Y si no hay pecado original, no hay objeto de redención global de la humanidad. Y si no hay objeto de redención global de la humanidad, el Verbo Divino no se encarna en Jesucristo. Y si el Verbo Divino no se encarna en Jesucristo, no hay cristianismo. Y si no hay cristianismo, los años de nuestra historia no se cuentan a partir de Cristo. Y si los años de nuestra historia no se cuentan a partir de Cristo, hoy no estamos en el año 2023 después de Cristo.

Pero dicen que los años de nuestra historia ya estaban numerados a partir de la fundación de Roma, que no es una leyenda, sino algo real y muy importante para el Imperio Romano. Cierto. pero también es real ese hombre Jesús —llamado Jesucristo—, el hijo de María. Y además en el siglo VI y desde el Imperio Romano la humanidad —que no es tonta— consideró que Jesús era mucho más importante que la fundación de Roma y decidió que los años de nuestra historia se contaran antes y después de Cristo, como se cuentan hasta la actualidad en casi todo el mundo.

Entonces, si tanto la fundación de Roma como el nacimiento de Jesús eran sólo puntos de partida para contar los años de nuestra historia, hoy es mejor seguir contando los años a partir de Cristo, como ya estamos acostumbrados desde hace casi dos milenios. Y será bueno que nos expliquen por qué la humanidad —que no es tonta— le dio tanta importancia a ese tal Jesús, real, pero históricamente insignificante.

Como decía: nos conviene dividir el tratamiento del plan de Dios en dos grandes partes: el plan de Dios en general, y el plan de Dios en lo referido a la humanidad (a los descendientes de Adán y Eva).

El plan de Dios en general será tratado en lo que resta del presente artículo, y el plan de Dios referido a la humanidad iniciará en el siguiente artículo.

Vayamos ahora, pues, al plan de Dios en lo general.


Generalidades típicas

En la ciencia moderna hay multiversos y muchas otras novedades. Mucho de eso es imposible o difícilmente comprobable; los pensadores son muchísimos y muchos no coinciden. A medida que se avanza en las teorías se encuentran resultados verdaderamente descabellados. Aparecen frases como las siguientes:

  • La Biblia es un libro más, un  conjunto de leyendas.
  • Lo real surge de las fluctuaciones cuánticas de la nada.
  • La creación en realidad es lo que llamamos Big Bang.
  • El Big Crunch hará que el universo vuelva cíclicamente al Bib Bang.
  • El cristianismo era una moda, y ya pasó.
  • Etcétera, etcétera, etcétera.

 Muchas de tales modernidades nos indican algunas cosas interesantes:

  • Cando nos alejamos mucho de nuestra diaria realidad (sociedad, mundo, sistema solar), sobre todo en lo temporal (miles de millones de años) y en lo espacial (miles de millones de años luz), tendemos a equivocarnos.
  • Cuando tratamos con lo infinito tendemos a perder contacto con la realidad. Podemos tener la cabeza todo lo alto que se quiera, pero siempre con los pies en la tierra (así, con minúscula, el terreno).
  • Cuando teorizamos demasiado, hacia lo que no puede o difícilmente puede ser comprobado, lo científico tiende a subírsenos a la cabeza y a decir locuras, o de plano estupideces.
  • "Cualquier frase" (científicos), al citarla de esta manera muchos suelen interpretarla como "Cualquier frase" (Dios Padre).

Cabe decir que cuando estamos en ambientes teológicos o simplemente religiosos solemos entender la palabra universo como creación (realidades materiales y espiriuales, hombres, ángeles, etcétera). Pero en el mundo social esa misma palabra suele entenderse como universo mundo (realidades materiales únicamente, planetas, estrellas, galaxias, energías claras y oscuras, etcétera). De este último tipo de universos son los llamados multiversos. Si existieran, todos tendrían en común el ser, la existencia, por lo que solamente ampliarían nuestro universo mundo.

Aquí hablaremos de la creación, y más concretamente de la mejor de las creaciones posibles (a la que también se le suele llamar el mejor de los mundos posibles). Lo haremos así porque sostendremos con otros, incluso con el famoso filósofo Leibniz, que Dios creó el mejor de los mundos posibles.

Dios es Dios, y en Él no puede darse ningún defecto, ninguna falta, ningún mal, por mínimo que sea. Dios sólo permite el mal. Todo en Él es perfecto, perfectísimo, de lo contrario no seria Dios. Pero en el mundo que Él creó se dan muchísimos males. Y estas dos notables realidades, además de ser para todos una tremenda paradoja, para nosotros son también una muy buena noticia, porque en nuestro intento de ir resolviendo dicha paradoja en sus múltiples aspectos, podremos ir descubriendo múltiples peculiaridades del plan de Dios.

Muchos están molestos con Dios por diversos motivos, y principalmente se preguntan lo siguiente:

  • ¿Por qué Dios no elimina el mal, si es tan bueno y omnipotente?
  • ¿Por qué, siendo el universo tan grande, Dios no nos ha dicho nada de otros posibles mundos habitados por seres inteligentes?
  • ¿Por qué Cristo no nos enseñó tantas cosas que nos convenía mucho saber?

Respecto al problema del mal, la respuesta está en que el mejor de los mundos posibles pide la presencia de males. Para no repetir las razones de esto, vuelvo a recomendar la lectura de la serie de artículos No te enojes con Dios; ahí está la explicación de esta respuesta tan extraña.

Gracias a esta extraña respuesta los otros tres principales motivos de molestia con Dios se suavizan, aunque no se resuelvan del todo, pero ciertamente se suavizan; y no sólo éstos tres, sino también muchos otros de los  motivo de molestia, que no hemos mencionado ahora.

Respecto al problema de un universo tan grande sin que sepamos con certeza prácticamente nada de otros posibles seres inteligentes orgánicos que no sean humanos, y sin que Dios nos dijera algo al respecto, la respuesta es algo complicada.

En esto podremos ver que los intentos de resolver esta cuestión nos ayudarán mucho en nuestro deseo de conocer el plan de Dios, al menos en la medida de nuestras posibilidades. La respuesta es que Dios no quiere informarnos de todo; no digo informarnos de lo que podamos comprender de los extraterrestres, sino que no quiere informarnos nada de eso, ni siquiera parte de lo que podamos comprender.

Pero no sólo eso, sino que tampoco quiere informarnos ni siquiera parte de algunas otras cuestiones, incluso de las que podríamos fácilmente comprender. Mucho de esto se exlicará en la siguiente respuesta.

Respecto a qué Cristo no nos enseñó tantas cosas que nos convenía mucho saber. Dicho en general y de manera sencilla: Dios no quiere informarnos de cosas que no nos compete saber (pero no se molesta si las investigamos); o que, aunque nos competa saberlas, podamos averiguarlas por nosotros mismos, con nuestro esfuerzo. Pongamos algunos ejemplos. 

Si hay extraterrestres, ¿serán demócratas? No nos compete saberlo; ni nos va ni nos viene, al menos por ahora. ¿Cómo curar la lepra, y otras enfermedades? Sí nos compete saberlo, pero podemos averiguarlo por nosotros mismos, con nuestro debido empeño.

Y entonces, ¿qué criterio usó Jesús para informarnos de lo que nos informó? Pues que así lo quiso, que es el mismo criterio que usamos nosotros para informarnos de lo que nos informamos. No seamos más exigentes con Dios que con nosotros mismos. No queramos controlar la libertad de Dios, cuando somos respetuosos con nuestras propias libertades. Además, Dios no nos dijo algunas cosas porque no se las preguntamos, tal como sucede entre nosotros

¿Hay tanta importancia en averiguar si los extraterrestres serían demócratas, en caso de que existieran, cuando entre nosotros no hemos averiguado cómo resolver la pobreza o el hambre? Dios no quiere picar nuestra curiosidad respecto a lo superfluo, distrayéndonos de lo necesario o conveniente. Y ha considerado conveniente que descubramos muchas cosas por nosotros mismos. ¿Cuáles? Las que Él así lo juzga.

Y lo mismo hacemos nosotros con nuestros hijos: no voy a enviarte de vacaciones a Europa cuando no has logrado terminar tu bachillerato. Y otra vez lo de siempre; no es que Dios se parezca a nosotros, sino que nosoros nos parecemos a Dios.

Vayamos más a fondo respecto a lo que Dios nos informa, a lo que nos ha revelado. Nos ha revelado lo que nos compete saber para nuestra salvación (como lo que nos han dicho los ángeles); y algunas cosas más de nuestras vidas, que se relacionan con nuestra salvación (no repudiar a nuestras esposas); o que forman parte de nuestro diario vivir (no tienen vino). De manera más general, Dios nos ha revelado el Decálogo.

Aquí hay algo importante. La Biblia tiene unas mil páginas. Se nos ha revelado mucho de lo que nos compete saber para nuestra salvación. Pero de los ángeles se nos ha revelado muy podco, pocos párrafos, casi exclusivamente lo que se relaciona con nuestra salvación. Hay miles de ángeles, pero en la Biblia se nos ofrecen pocos de sus nombres: Miguel, Gabriel, Rafael, Luzbel. No se nos ha revelado lo requerido para elaborar una buena angelología. Es algo que no nos compete. Hemos intentado elaborarla (Santo Tomás de Aquino y otros), pero pienso que no lo hemos logrado. 


Generalidades más generales

Las generalidades mencionadas en el apartado anterior no son tan generales, ya que en gran parte se refieren a cosas humanas. Se mencionaron para ubicar un poco mejor al lector, y que así se le facilite comprender los planteamientos que se harán en este apartado. En efecto, en estos planteamientos, que serán mucho más generales, somos humanos los que intentamos conocer el plan de Dios.

Dicho en otras palabras, en el apartado anterior pensábamos con nuestra cabeza. Pero el plan de Dios es algo pensado con la mente de Dios. Por eso, al intentar conocer el plan de Dios, de algún modo habría que intentar conocer con la mente de Dios, o tratar de meternos en la mente de Dios; pero eso es imposible. Y así comprenderemos la importancia de tener una amistad íntima con Dios.

No podemos conocer con la mente de Dios, ni podemos meternos en la mente de Dios. Pero Dios puede darnos a conocer algo de su manera de pensar, e incluso darnos a conocer algo de lo que realmente piensa. Y lo usual es que lo haga si tenemos intimidad con Él y lo busquemos porque lo amemos y nos sintamos a gusto con Él, y no tanto porque nos interesen sus respuestas a nuestras preguntas. Se ve claro pues que, sin intimidad con Dios, bien podemos olvidarnos del plan de Dios.

Si yo (Paulino) pretendo conocer y dar a conocer algo del plan de Dios, es porque estoy convencido de tener intimidad con Él, y porque lo busco principalmente porque lo amo y me siento a gusto con Él, y no tanto porque me interesen sus respuestas a mis preguntas. No por querer conocer y dar a conocer algo del plan de Dios, tiene que haber arrogancia de mi parte (algo ha de haber, y trato de eliminarla), pero debe quedar claro que mi intento —y el de cualquiera— requiere tener intimidad con Dios.

Yo buscaré estar con Dios y hablar con Él, y así tendré temas para investigar ya por mi cuenta, y para escribir. Pero no escribiré en forma de diálogo, porque sería desagradable, tanto para el escritor como para el lector. Por ejemplo, no escribiré:

  • Dime, Dios mío, ¿por qué decidiste crear?

Más bién escribiré:

  • Dios decidió crear.

Ni estaré aclarando lo que Dios me dice o me da a entender, sino que será algo que se entienda por el contexto. A lo más, podré citar algo por (intimidad divina) o por (sensibilidad divina). Recomiendo releer el artículo Intimidad con Dios.

Hechas estas nuevas aclaraciones, vamos a lo nuestro.

Dios existe y es único (Uno y Trino), vive en su Presente Eterno, y es omnipotente, omnipresente, omnisciente, bueno, amoroso, libre, etcétera; lo que ya sabemos. Y así Dios es felicísimo, nada se le puede añadir, ni quitar, ni cambiar. Y siendo así de feliz y perfecto, y pudiendo crear otros seres y hacerlos felices, ¿se quedará con toda esa riqueza sólo para Él? 

La decisión de Dios fue crear otros seres y hacerlos felices, como nos consta porque nosotros existimos. Dios es el Creador de todo lo que existe, excepto de Sí mismo. ¿Y decidirá comunicarse con esos seres que ha creado para hacerlos felices? Claro que sí. También eso nos consta, porque se ha comunicado y se sigue comunicando con nosotros.

¿Y habrá creado otros seres inteligentes además de nosotros los humanos? Claro que sí. Lo sabemos porque nos ha revelado que creó a los ángeles. ¿Y habrá creado otros seres inteligentes además de nosotros y de los ángeles? Esto no lo sabemos, no nos consta. Y entonces ¿qué? Pues que queremos saberlo; queremos saber si creó, ha creado o creará otros seres inteligentes, además de nosotros y de los ángeles. Eso forma parte del plan de Dios.

Y conste que de los ángeles sabemos muy poco; y de lo poco que sabemos, también de eso sabemos muy poco. Se nos ha revelado que hay jerarquías o niveles de ellos: ángeles, arcángeles, querubines, serafines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades y principados; ni siquiera sabemos si son todos o si hay más.

Además, es posible que Dios haya creado o tenga planeado crear otras realidades de las que nosotros ni siquiera tengamos noticia, ni conceptos, ni imágenes, ni palabras para mencionarlas. En la Biblia está la revelación de lo que nos compete saber y se refiere a nosotros los humanos, y es mucho.

Sin embargo, en la narración de la creación que aparece al principio de la Biblia, en los primeros versículos del Génesis, se dicen cosas que no se refieren sólo a nosotros, y donde pueden caber realidades de las que ni siquiera tenemos noticia. Analicemos los 10 primeros versículos del Génesis.

Son versículos tan importantes que los tomaré de la versión oficial de la Biblia en la Iglesia Católica, que es la Vulgata (en su revisión más reciente, pedida por el Papa Juan Pablo II y calificada como Nova Vulgata). La Vulgata está escrita en latín y no está permitido traducirla, es decir, aunque haya muchas traducciones al español —o a cualquier otro idioma—, esas traducciones ya no son la Vulgata. Lo que se pretende con esto es que la Vulgata —o su última revisión— no se altere.

Colocaré a continuación esos 10 primeros versículos del Génesis en dos columnas paralelas; a la izquierda la Nova Vulgata, y a la derecha una traducción al español (muy lieral).

Génesis 1, 1-10.

1 In principio creavit Deus caelum et terram.

2 Terra autem erat inanis et vacua, et tenebrae super faciem abyssi, et spiritus Dei ferebatur super aquas.

3 Dixitque Deus: “Fiat lux”. Et  facta est lux.

4 Et vidit Deus lucem quod esset bona et divisit Deus lucem ac tenebras.

5 Appellavitque Deus lucem Diem et tenebras Noctem. Factumque est vespere et mane, dies unus.

6 Dixit quoque Deus: “Fiat firmamentum in medio aquarum et dividat aquas ab aquis”.

7 Et fecit Deus firmamentum  divisitque aquas, quae erant sub firmamento, ab his, quae erant super firmamentum. Et factum est ita.

8 Vocavitque Deus firmamentum Caelum. Et factum est vespere et mane, dies secundus.

9 Dixit vero Deus: “Congregentur aquae, quae sub caelo sunt, in locum unum, et appareat arida”. Factumque est ita.

10 Et vocavit Deus aridam Terram congregationesque aquarum  appellavit Maria. Et vidit Deus quod esset bonum.

1 En el principio creó Dios el cielo y la tierra.

2 Y la tierra estaba confusa y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas.

3 Y dijo Dios: "Haya luz". Y hubo luz.

4 Y vio Dios que la luz era buena, y dividió Dios la luz de las tinieblas.

5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas Noche. Y hubo tarde y mañana, día primero.

6 Dijo también Dios: "Haya un firmamento en medio de las aguas y divida unas aguas de otras".

7 E hizo Dios el firmamento y dividió las aguas que estaban debajo del firmamento de las que estaban encima del firmamento. Y así se hizo.

8 Y llamó Dios al firmamento Cielo. Y hubo tarde y mañana, día segundo.

9 Dijo entonces Dios: "Júntense las aguas que están debajo del cielo en un lugar, y aparezca lo seco". Y así se hizo.

10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.

En la narración bíblica de la creación en seis días se nos habla en lenguaje humano, y haciendo referencia al discurrir de nuestro tiempo. Todo lo cual Dios lo hace en su Presente Eterno. Hay que tener en cuenta eso. En los primeros versículos se narran cosas difíciles de entender, porque todavía no hay tiempo ni espacio. Sin embargo se nos narra en lenguaje humano, de algún modo razonable para que lo entendamos lo mejor que podamos. Y así se va avanzando en la narración de los seis días.

En el versículo 1 se dice que en el principio creó Dios el cielo y la tierra. Pero ese "cielo" no es nuestro cielo, porque todavía no se ha creado; se creará en el día segundo (versícuos 6 a 8). Y esa "tierra" tampoco es nuestra tierra, porque tampoco se ha creado todavía; nuestra tierra y nuestros mares se crearán al principio del día tercero (versícuos 9 y 10).

Se dice que Dios creó el "cielo" y la "tierra", como una forma de nuestro hablar para decir que Dios lo creó todo, sin especificar qué sea ese "cielo" ni qué sea esa "tierra" (que no son ni nuestro cielo ni nuestra tierra). Así lo interpreta nuestro Credo de Nicea-Constantinopla: Dios es "Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible", es decir, ¡de todo! 

Y por tanto no se indica que se tratara de creaturas relacionadas con los humanos, pudiendo ser creaturas no relaciondas con los humanos. Pero ciertamente se habla de un principio, que no puede ser anterior al Presente Eterno de Dios.

Pero no se habla de un después, ni se da a entender un después, de modo que no se indica que hubiera tiempo, ni que el tiempo fuera una de las primeras creaturas.

Y tampoco se habla ni se da a entender un aquí o allí, un lugar, una extensión, de modo que no se indica que hubiera espacio, ni que el espacio fuera una de las primeras creaturas.

Este versículo (1) deja abierta la puerta a una creación que no sea la nuestra.

En el versículo 2 se dicen tres cosas: que la "tierra" estaba confusa y vacía; que las "tinieblas" estaban sobre la faz del "abismo"; y que el espíritu de Dios se movía sobre las "aguas". En este vesículo se dice algo de lo que contenía ese todo, esos "cielo" y "tierra" creados por Dios, de los que habla el versículo 1. Hay pues un avance en la narración de la creación.

Ahora se nos habla de confusión, de vaciedad, de tinieblas, de abismo, y de aguas. Hay un abismo, una gran realidad imponente, profunda, insondable, incomprensible (nuestra noción de abismo). Son adjetivos de un receptáculo que hay en la "tierra", que coinciden con los adjetivos confusa y vacía, que califican a la "tierra" misma. El adjetivo vacía no sólo significa que no contenga nada; también significa que no sepamos qué contenga. Las tinieblas (falta de luz, confusión) estaban sobre la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía (tiempo) sobre las "aguas" (lugar, espacio). ¿Qué serán esas "aguas"?

Todo indica que la "tierra" contenía de alguna forma lo dicho en el párrafo anterior, lo mismo que los adjetivos correspondientes. Las "aguas" o contenido sustancial de la "tierra", no son nuestras aguas, porque todavía no se han formado los mares; nuestras aguas (mares) se formarán el día décimo (versícuos 9 y 10). En este versículo aparece la confusión de la "tierra", las "tinieblas", el abismo, las "aguas" como contenido, el tiempo y el espacio.

Las "aguas" indican un contenido muy amplio y probablemente desconocido para nosotros. Para ayudarnos a entender que se trata de un contenido, de algo sustancial, lo normal era hablar de lo más conocido para nosotros: tierra, agua, aire o fuego. Tierra no, por su rigidez y para no confundirla con "tierra"; aire no, por ser invisible; fuego tampoco, por ser muy conflictivo. Se requería hablar de algo muy amplio, moldeable, variable. Se prefirió usar la palabra "aguas", para indicar un contenido sustancial, aunque no fuera lo mismo que nuestras aguas (mares).

Este versículo (2) también deja abierta la puerta a una creación que no sea la nuestra.

En el versiculo 3 se dice que Dios dijo: "Haya luz". Y hubo luz. Esta "luz" no es nuestra luz, porque no se ha creado el Sol, que se creará el día cuarto (versículos 14 a 19). La "luz" de la que se habla en este versículo parece ser la "luz" que se opone a la falta de luz, a las tinieblas, a la confusión.

Este versículo (3) también deja abierta la puerta a una creación que no sea la nuestra.

En el versículo 4 se dice que vio Dios que la luz era buena, y que la dividió de las tinieblas. Esta "luz" sigue sin ser nuestra luz, porque sigue sin crearse el Sol, que se creará el día cuarto (versículos 14 a 19). 

Decir en este versículo "la luz era buena" y "dividió Dios la luz de las tinieblas", es como decir: deje de haber confusión, hágase inteligible la realidad. O sea que en este versículo se confirma lo que sospechábamos en el versículo 3.

Este versículo (4) también deja abierta la puerta a una creación que no sea la nuestra.

En el versiculo 5 se dice: Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas Noche. Y hubo tarde y mañana, día primero. Aquí la palabra luz se reduce de la "luz" anterior —abierta a la no confusión—, a una luz menor, referida a nuestro día, a nuestra luz. Y las "tinieblas" se reducen a oscuridad, referidas a nuestra noche, a nuestras tinieblas. 

En este versículo (5) la narración bíblica de la creación ya se refiere implícitamente a nosotros, los humanos, y a lo que se relaciona con nosotros; y así seguira siendo de este versículo en adelante, como puede comprobarse en el último versículo de la Biblia:

"Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén" (Apocalipsis 22, 21).

Finalmente queda claro que en la revelación escrita que Dios nos ha dado a los humanos (la Biblia) Él nos ha dejado 4 versículos en los que se nos da a entender que la creación no se concluye con nosotros, es decir, que en el plan de Dios puede haber otras creaturas inteligentes que no seamos los humanos ni los ángeles.

Y así se cumple a la letra lo dicho en la Escritura: "Ni ojo vio, ni oido oyó, ni subió a la mente de los hombres lo que Dios ha preparado para los que le aman (1 Corintios 2, 9).

O sea que hay mucho campo de investigación en esto del plan de Dios. Solemos dividir la realidad en lo material y lo espiritual. Pero hay muchas realidades que no son materiales ni espirituales, como el espacio, el tiempo, los números, etcétera.

Y en la mente de Dios hay muchísimas realidades de las que no tenemos ni idea, y que nunca conoceríamos por nosotros mismos. Pero muchas Él nos las puede dar a conocer, gracias a nuestra intimidad con Él; y con eso luego nosotros podremos investigar por nuestra cuenta. Pero la clave de nuestro conocimiento del plan de Dios está en nuestra intimidad con Él.

Pensemos nada más en el judeocristianismo, desde Abrahán hasta nuestro año actual (2023). Son uno 4000 años. ¿Qué es eso para toda la eternidad? Nada. Y si nos referimos a todo el tiempo de la existencia humana, por largo que sea, ¿qué es eso para toda la eternidad? Tampoco es nada. Y si pensamos en todo el tiempo de existencia de nuestro universo, los miles de millones de años desde el Big Bang —según algunos científicos modernos—, ¿qué es eso para toda le eternidad? Tampoco es nada.

Ese Dios eterno, omnisciente, omnipotente, amoroso y felicísimo, al margen de lo que ya nos ha revelado ¿se pasará el resto de la eternidad mirándose a Sí mismo? Claro que no. Estará siempre creando, actuando y amando en realidades exteriores a Sí mismo; eso forma parte de su plan. Dios crea por amor, para comunicar a otros su felicidad, y quiere ser bien correspondido; por eso crea personas. Y si crea otras realidades, las crea para beneficio de las personas (inimidad divina).

El Papa Francisco pide que la Iglesia sea una Iglesia en salida. La realidad es que Dios es un Dios en salida. Y de nuevo lo mismo: no es que Dios se parezca al Papa, sino que el Papa se parece a Dios. Pero una cosa es que sepamos esto, y otra cosa es que conozcamos el plan de Dios. Intentaremos ir conociéndolo en la medida de nuestras posibilidades, y siempre con la ayuda Suya, y gracias a nuestra intimidad con Él.

De esas realidades de las que no tenemos ni idea, sólo podemos saber algo, en concreto, con la ayuda divina; pero de otras realidades podemos saber generalidades. Ya sabemos que Dios quiere ceaturas libres, que puedan amarlo, y también hasta el grado de que puedan odiarlo a Él; y no sólo Satán y los demás ángeles caídos, sino todas sus creaturas que seamos personas, y por lo mismo tengamos libertad (intimidad divina).

Dios también quiere que nos involucremos en lo que nos lleve a la gloria, para que nuestra dicha sea más plena (intimidad divina). No quiere llevarnos a la gloria de gratis, así nada más.

Antes de pasar al siguiente apartado conviene aclarar que podemos conocer muchas cosas que se dan necesariamente en lo que Dios crea, y que por tanto pertenecen a su plan, aunque no nos las revele explícitamente.


Realidades necesarias en lo creado por Dios

Es muy claro que en todo lo que Dios crea hay ser, existencia, de lo contrario no habría creación. Pero en todo lo que Dios crea no sólo hay ser, sino también otras realidades. Voy a mencionar algunas, aunque no de manera exhaustiva:

Ser.

Esencia (naturaleza).

Identidad (individuación).

Personas.

Realidades que no son personas, etcétera.

Ahora estoy usando como sinónimos esencia y naturaleza. Veamos un ejemplo didáctico y con pocos ejemplos:

Ser (¿existe?)  /  Esencia (¿qué es?)  /  Identidad indivicual (¿quién es?)

existe.         /   Es hombre.              /   Es Juan.

Estas tres preguntas son necesarias respecto a cualquier creatura. Hay que saber si aquello es, si exsiste. De no existir no hay creación de eso.

Pero también hay que saber qué es eso que existe, cuál es su esencia o naturaleza: si es un hombre, o un gato, o un árbol, o una silla, etcétera. 

Y también hay que saber quién o cuál es individualmente eso que existe: si Juan o Pedro... (en el caso de hombres); si Pinto o Bombón... (en el caso de perros); si Misifú o Marsifú... (en el caso de gatos); si el Árbol de la Noche Triste u otro vegetal cualquiera aunque no le hayamos puesto nombre propio; si un trozo de plata u otro mineral cualquiera aunque no le hayamos puesto nombre propio; si un piano, un ropero u otro artefacto cualquiera aunque no le hayamos puesto nombre propio, etcétera.

Otras realidades de interés son las referentes a la modalidad. Se trata de dividir la realidad analizada en dos partes, por el pricipio de tercero excluido: sí o no de lo mismo. Una división hecha por tercero excludo es exhaustiva y perfectamente bien hecha. Analicemos toda la realidad:

                 Lo que sí (es), y                     //            Lo que no (es), y

no (puede no ser) / sí (puede no ser)  //  sí (puede ser) / no (puede ser)

Necesario             /   Contingente         //   Posible             /     Imposible

Dios                      /   Creaturas             //    Posibles creturas  /  La nada

Aquí hemos dividido todo, en dos partes, por tercero excluido: en lo que sí (es) // y en lo que no (es). Nótese que el sí y el no se refieren a lo mimso: a (es).

En la siguiente línea, a la izquierda, hemos dividido lo que sí (es) en dos partes, también por tercero excluido: en lo que no (puede no ser) / y en lo que sí (puede no ser). Nótese que el sí y el no se refieren a lo mismo: a (puede no ser).

En esa misma línea, a la derecha, hemos dividido lo que no (es) en dos partes, también por tercero excluido: en lo que sí (puede ser) / y en lo que no (puede ser). Nótese que el sí y el no se refieren a lo mismo: a (puede ser).

En la siguiente línea hemos puesto las palabras que definen cada cosa.

Lo que sí (es) y no (puede no ser) es lo necesario.
Lo que sí (es) y sí (puede no ser) es lo contingente.
Lo que no (es) y sí (puede ser) es lo posible.
Lo que no (es) y no (puede ser) es lo imposble.

En la última línea hemos puesto ejemlos.

Dios es ejemplo de lo necesario.
Las creaturas (que son creadas) son ejemplo de lo coningente.
Las posibles creaturas (que no son creadas) son ejemplo de lo posible.
La nada es ejemplo de lo imposible.

En el análisis anterior la realidad analizada fue toda la realidad, y la dividimos en lo que sí (es) y lo que no (es). Pero la realidad analizada puede no ser la realidad total, sino sólo una parte de ella, determinada por un peculiar modo de ser, al que llamaremos así. Ese modo de ser, ese así, puede ser, por ejemplo, lo material, lo espiritual, lo mexicano, lo vivo, lo inerte, etcétera; hay miles de modos de ser, miles de asíes.

Entonces podemos analizar modalmente una realidad parcial dividiéndola en dos partes, por tercero excluido: en lo que sí (es así) y lo que no (es así), etcétera. Para luego continuar las divisiones mediante nuevos matices. Lo cual puede hacerse demasiado laborioso, y no lo vamos a desarrollar aquí.

Pero lo que nos interesa es que la modalidad forma parte del plan de Dios, y que nosotros de hecho sabemos algo de ello. No es que de esto no tengamos ni idea, sino que alguna idea tenemos, como acabamos de ver. Y hay más cosas de las que sabemos algo, como de las personas, de las sustancias y los accidentes, y algunas más. Ahora no abundaremos en esto.

El desarrollo de la modelidad de todo lo que existe, que hicimos arriba, que nos arrojó lo necesario, lo contingente, lo posible y lo imposible, es muy importante en nuestra investigación sobre el plan de Dios. El plan de Dios se refiere a lo que Dios crea, es decir, a lo exterior a Él. Dios no se crea a Sí mismo, y tampoco crea la nada. Por tanto, el plan de Dios se refiere y se reduce a las otras dos posibilidades: lo contingente y lo posible.

En lo referente a lo contingente, las creaturas a considerar son creadas, y por tanto Dios las crea; y en lo referente a lo posible las creaturas a consideradas no son creadas, y por tanto Dios no las crea, ni nadie. Entonces resulta que el plan de Dios versa sobre un Dios que crea o sobre un Dios que no crea, o mejor dicho, versa sobre el único Dios, sea que esté creando, sea que no esté creando.

Si no está creando no hay creación, ni plan de Dios. Pero el hecho es que sí hay creación (aquí estamos nosotros), y por eso hay plan de Dios. Pero también es un hecho que no puede darse el caso de que Dios no cree.

Si se diera el caso de que Dios no creara, tuvo que darse el caso de que comenzara a crear, dado que hoy la creación existe. Por tanto Dios habría tenido que pasar de no crear a sí crear, habría tenido que cambiar, habría tenido que pasar de la potencia al acto, habría tenido que moverse, habría tenido que estar en el tiempo, todo lo cual es imposible en Dios.

De lo cual se sigue que no puede darse el caso de que Dios no cree, supuesto que algo existe. Mas no por eso se sigue que Dios cree necesariamente, dado que Dios es libre, y nosotros sabemos que es libre, tanto porque vemos cómo actúa, tanto porque Él nos lo ha revelado. Expresiones a considerar:

No puede darse el caso de que Dios no cree. (Verdad incompleta).
No puede darse el caso de que Dios no quiera crear, (verdad completa).
Dios crea necesariamente. (Falso porque Dios crea libremente).
Dios crea siempre. (Falso porque siempre implica tiempo).

Nótese que en esta redacción, en la medida de lo posible, he procurado no usar palabras que impliquen tiempo, como la palabra siempre. A los humanos nos resulta casi imposible esto que me he propuesto en la presente redacción. Palabras como antes, ahora, hoy, después, siempre, nunca, hasta que, desde que, y sus derivadas, y muchas otras nos parecen indispensables incluso cuando habamos de Dios, aun teológicamente. Hay que acostumbrarnos a ello, y procurar no usarlas, o usarlas poco, o transformar el significado de las palabras habituales.

Algo que no quiero dejar de mencionar en este artículo respecto al plan de Dios es que Él, sabiéndose el Necesario, quiere nombrarse también como el Creador, el Salvador y el Íntimo: (Necesario-Creador-Salvador-Íntimo). Se puede formar la palabra mnemotécnica NeCreSaÍn (Ne-Cre-Sa-Ín). Dios quiere ser íntimo de cada una de estas personitas que somos nosotros.

Dios, el Necesario, quiere ser íntimo de mí. Me quedo anonadado. Sin Dios me sentiria desolado. Él sabe la alegría que me da. Y esa intimidad alegre Dios quiere dársela a todas las personas, también a esos —¿extraterrestres?— de los que no tenemos ni idea (intimidad divina).

Es muy difícil hacerle cuestionamientos a Dios acerca de cosas de las que no tenemos ni idea. Muchos de nuestros cuestionamientos surgen de nuestra vida humana y de lo que nos ha sido revelado a nusotros. Por eso quizá lo mejor sea pasar ya al plan de Dios referido a nosotros, los seres humanos, en lo que consistirá el resto de la presente serie de artículos.


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