Al ver nuestro mundo, no sólo de hoy sino de toda la historia de la humanidad, encontramos que la religiosidad se ha manejado de una manera notablemente torpe; baste notar la cantidad de guerras de religión.
Muchos pueblos han tenido multiud de dioses o divinidades de todo tipo: seres inanimados, vegetales, animales, e incluso seres humanos y demonios. La religión se ha mezclado con la biología en general, con el comercio, con la cultura, con la política y mil etcéteras.
Será conveniente considerar el tema de la religión avanzando de los hechos religiosos difusos hacia los hechos religiosos definidos. Y en la realidad los hechos religiosos se han comportado avanzando así, con geografías y cronologías también difusas, desde primitivos hechos religiosos difusos hasta hechos religiosos definidos o incluso muy definidos.
En la actualidad hay tres religiones principales en el mundo: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. El judaísmo surgió hace unos cuatro milenios; el cristianismo surgió hace unos dos milenios; y el islamismo surgió hace un milenio y medio. Esta tres religiones son monoteístas y aceptan, con mayores o menores precisiones, la realidad de la persona. Las demás religiones, menos definidas, pueden ser o no ser monoteístas, y no suelen aceptar ni conocer bien la realidad de la persona.
Las tres mencionadas religiones principales suelen ser consideradas más avanzadas por ser monoteístas y por aceptar la realidad de la persona. Y paradójicamente son las que han provocado más guerras de religión. Son monoteístas por tener un Dios único, y creen que ese único Dios es el mismo para las tres, y con más o menos precisiones piensan que ese único Dios es personal. Sin embargo, difieren en mayor o menor medida en la forma como entienden a ese único Dios; y de ahí se han derivado las tremenadas guerras de religión.
Algunos de los antiguos filósofos griegos pensaron que la fama, el poder y las riquezas son falsas causas de felicidad. Y peculiarmente, las autoridades de esas tres principales religiones han tenido el afán de fama, el afán de poder y el afán de riquezas; y también de ahí se han derivado las tremendas guerras de religión.
Además, en muchas naciones se han tenido conjuntamente dos sociedades: la sociedad civil y la sociedad religiosa, cada una con sus respectivas autoridades. Y la mayor autoridad civil ha querido tener también la mayor autoridad religiosa (cesaropapismo), y la mayor autoridad religiosa ha querido tener también la mayor autoridad civil (papocesarismo).
Ambas autoridades, obviamente, han tenido un notable afán de poder; lo cual hacía que en cada una de esas naciones la religión fuera una religión oficial. Y por eso, cuando dos naciones tenían diferente religión oficial se convertían en naciones en pugna; y también de ahí se han derivado las tremendas guerras de religión, que han sido a la vez guerras civiles y guerras de religión.
La realidad es que las autoridades de las religiones deben tener afán de humildad, en vez de tener afán de fama; y deben tener afán de servicio, en vez de tener afán de poder; y deben tener afán de austeridad, en vez de tener afán de riquezas. En esto deben distinguirse de las autoridades civiles; mismas que no pretendemos ni corresponde analizar aquí y ahora.
Sin embargo, deben ir quedando claros los errores, más o menos establecidos, que han dado lugar a tantos males religiosos, extendidos también a muchos males civiles; y también al revés: tantos males civiles que se han extendido también a muchos males religiosos. Y como las personas son a la vez fieles de esas religiones y ciudadanos de esas naciones, son ellas las que más padecen todos esos males y los de las consecuentes guerras.
Queda claro, finalmente, que la realidad es que todas esas personas, gobernados y gobernantes, no siempre hemos sabido escuchar ni seguir debidamente los mandatos o consejos de nuestro único Dios, que es un Dios bondadoso y amoroso. Por eso es tan importante llevar a cabo los análisis que aquí se pretenden.
El proyecto modelo de que en la global humanidad terminen las guerras y las pugnas entre las religiones es hoy considerado una utopía.
Es necesario que podamos saber si Dios existe, y si nos ha revelado algo, y cuál sea la religión verdadera; claro, si es que haya una religión verdadera, lo cual exigiría que Dios realmente existiera y se esperaría que nos hubiera revelado algo. Esto es así porque la religión pretende ser alguna relación de los hombres con Dios. Si fuera imposible saber lo anterior, la religión no podría ser más que algo semejante a un apasionado cuento de hadas.
Pero la realidad es que Dios existe, y que nos ha revelado mucho, y que la religión verdadera es la cristiana, y con mayor precisión, la católica. Si yo (Paulino) digo todo esto, quizá se deba a que soy un converso al cristianismo (antes de mi adolescencia era espiritista). Y la convicción con que lo digo proviene de procurar el sano uso del sentido común, y de esa razón que tiene toda persona humana.
Yo no soy una persona que desde la infancia haya sido adoctrinada en el catolicismo. Yo busqué unas bases para el sentido de mi vida cuando en mi adolescencia (década de los años 1950) el espiritismo se me derrumbó. Y esas bases las encontré en el cristianismo católico, razonando en esa búsqueda. Pero no sólo yo, sino que todos deben poder buscar con libertad las bases para el sentido de su vida; y si para eso buscan una religión, deben poder buscarla libremente y aceptar lo que razonablemente les parezca verdadero.
Entre muchas otras cosas, mi búsqueda me llevó a concluir que la religión verdadera es la católica debido a las siguientes coincidencias:
Estas coincidencias entre la Biblia, Jesucristo y la Iglesia Católica a lo largo de la historia no pueden ser aleatorias, sino que deben tener una razón de ser. Debido a lo cual me pareció, y me sigue pareciendo, que esa razón radica en que la verdadera religión es la católica, pese a sus históricas deficiencias (Cruzadas, Inquisición, etcétera). Y además, hoy la doctrina católica sostiene que todos debemos respetar la libre busqueda y las conclusiones y las creencias de todos, incluso con sus posibles errores; y no sólo que nos respetemos, sino que también nos amemos.
Yo tengo amigos y conozco personas que eran fervientes católicos cuando yo buscaba (década de los años 1950), y que ahora (década de los años 2020) han abandonado su fe cristiana. ¿Por qué? Pues porque ha habido torpezas en la forma de enseñar y de vivir la religión. Hay que descubrir y describir esas torpezas para poder evitar que se repitan. Para mí es más fácil hacerlo porque fui un converso, es decir, tuve que llevar a cabo mi búsqueda a partir de cero, o casi de cero. Tuve que seguir el camino de una búsqueda de algo previamente desconocido, o casi desconocido. Y el camino de esa búsqueda tiene que ir avanzando con cierto orden, aclarando dudas y satisfaciendo la razón humana.
Lo normal es que los hijos e hijas de familias católicas sean adoctrinados desde bebés en la fe católica, que para ellos se hace algo tan natural como saber hablar; y luego siguen viviendo esa fe, digamos, hasta la adolescencia. Pero después de la adolescencia, o todavía en la adolescencia, muchos pierden su fe católica o incluso su fe cristiana, o incluso su fe en Dios. Lo cual puede suceder porque no recibieron la educación religiosa debidamente, es decir, siguiendo el camino que requiere alguien converso, como lo fui yo.
Sus padres no sientieron la necesidad de enseñarles ese camino a edades muy tempranas, y no comprendieron que debían enseñárselo después, poco antes de la pubertad y durante la pubertad (o confiaron en que se lo enseñarían en la escuela ???). Y esos jóvenes, al no tener la educación religiosa debida, ya en la adolescencia y fuera de la intimidad familar encuentran que su religión no es vivida por todos, y que para muchos resulta extraño y criticable que la fe intervenga tanto; y eso los va llevando a dejar de lado su fe, o incluso a perderla.
Debido a lo dicho en este apartado, en todo lo que sigue de la serie de artículos Religión torpe vs modelo me referiré sólo a la religión católica, a menos que diga otra cosa.
El proyecto modelo de que en la global humanidad la religión se enseñe y se viva libremente, haciendo un sano uso de la razón, es hoy considerado una utopía.
La religión trata de Dios y de nuestra relación con Él. Por tanto para la religión es indispensable saber que Dios existe. ¿Cómo saberlo? No lo vemos, ni lo oímos, etcétera. Sólo podemos saberlo de 4 maneras.
Pero debe quedar claro que no podemos saber que Dios existe creyéndoselo a Dios mismo, por fe sobrenatural. Eso sería un círculo vicioso del pensamiento: suponer que existe —para poder creerle— aquello mismo de lo que nos cuestionamos su existencia.
Lo que sucede en la realidad es que nosotros les creemos a nuestros padres o a los sacerdotes con fe natural, que pasa a ser también fe sobrenatural por el bautismo (anterior número 3); y de la misma manera ellos les creyeron a sus propios padres, nuestros abuelos, o a los sacerdotes; y nuestros abuelos les creyeron a nuestros bisabuelos, y así hacia el pasado, a través de muchos sacerdotes y Papas, hasta llegar a creerles a los apostoles, quienes tuvieron evidencia directa y exterior de Jesucristo, que es verdadero Dios y verdadero hombre (1). De tal forma nuestra fe sobrenatural, aunque remotamente, tiene fundamento en nuestra fe natural y en la evidencia directa y exterior que los apóstoles tuvieron de Jesucristo (3) y (1).
Esto lo podemos ver también al revés. Los apóstoles tuvieron evidencia directa y exterior de Jesucristo, que es verdadero Dios y verdadero hombre (1). Luego los apostoles les comunicaron a otros que Dios existe, y éstos lo creyeron con fe natural, que al bautizarse pasó a ser también fe sobrenatural (3); y éstos se lo comunicaron a otros de la misma manera; y éstos a otros, hasta llegar a nuestros padres y sacerdotes actuales. Y así, también visto al revés, nuestra fe sobrenatural, aunque remotamente, tiene fundamento en nuestra fe natural y en la evidencia directa y exterior que los apóstoles tuvieron de Jesucristo (1) y (3). Por eso nuestra fe es apostólica.
Respecto a la evidencia de Dios, directa e interior (2), sabemos por sus testimonios y por sus frutos que la han tenido muchos. En estos casos el conocimiento seguro de que Dios existe lo tienen sólo ellos; nosotros sólo podemos tener ese conocimiento si les creemos a ellos, y sólo con fe natural, claro, y sin que tengamos obligación de creerles. Dios puede hacerse presente al interior de las personas de manera directa y sin dejar duda de que se trata de Él. Las personas pueden tener reclamos de parte de Dios, pero lo normal es que se tenga una gran alegría y compañía, y mucha paz (no es de Dios lo que quita la paz del alma); y puede ser que Dios les pida algo en lo personal o incluso que les dé alguna misión específica.
Respecto a la demostración de la existencia de Dios (4), es importante reconocer que podemos saber que Dios existe mediante demostración, sin creerle nada a nadie, ni con fe natural ni con fe sobrenatural. De hecho muchos filósofos y científicos lograron demostrar o intentaron demostrar la existencia de Dios con demostraciones del estilo de sus tiempos: Sócrates, Platón, Aristóteles, Plotino, San Agustín, Avicena, Maimónides, San Anselmo, Santo Tomás de Aquino, Descartes, Leibniz, Newton, Gödel, y más; y si llegamos a nuestros tiempos, la cuestión y la discusión de Dios y su existencia llega casi hasta los límites de la locura.
Es del estilo de las demostraciones antiguas el ser sencillas y expresadas en lenguaje ordinario, lo cual no significa que sean incorrectas. Las demostraciones modernas pueden y suelen ser complicadas o complicadísimas, y pueden estar expresadas en lenguajes simbólicos, ya sea de lógica moderna, matemáticas, física, química, ciencias biológicas, etcétera. Por tales motivos, las demostraciones antiguas pueden ser entendidas por el hombre común, mientras que las modernas no suelen ser entendibles por el hombre común, sino que requieren tener los conocimientos y manejar los lenguajes de quienes las proponen.
En este sitio web, pero no en este artículo, presentaré una demostración de la existencia de Dios en lenguaje ordinario y del modo más sencillo posible, de modo que pueda ser entendida y aceptada por el hombre común, si tiene interés en ello. No la presento en este artículo por tratarse ya de un tema específico y no tan breve, mientras que en estos artículos se habla de temas y criterios generales.
Ante las cuestiones modernas, y de que haya quienes dicen que no es posible una demostración de la existencia de Dios, diré que quizá pueda no haber una demostración como a alguien le guste, pero que las demostraciones no pretenden satisfacer sus gustos a las personas, sino llevar lógicamente a un mejor conocimiento de las cosas. En ese futuro artículo diré que “ciertamente es posible demostrar la existencia de Dios”, y no sólo eso, sino que “tal demostración… ¡aquí está!… en lo siguiente. Si la aceptas, tómala; y si no la aceptas, déjala”.
El proyecto modelo de que en la global humanidad las personas conozcan y acepten alguna demostración de la existencia de Dios, es hoy considerado una utopía.
En nuestra Iglesia visible o militante encontramos muchos escándalos, sobre todo en la actualidad, como los escándalos sexuales de pederastia de parte de algunos sacerdotes, y también escándalos económicos. En realidad se trata de pequeños escándalos si los comparamos con los grandes escándalos. A continuación menciono dos grandes escándalos.
Cristo pidió que fuéramos a enseñar y bautizar a todas las gentes, enseñándoles a observar todo cuanto Él nos había mandado (Cf. Mateo 28, 19-20); es decir, quiso que fuéramos a enseñar a todas las gentes a vivir el cristianismo razonablemente bien. Y hoy, después de dos milenios, sólo un 0.4 % de la población mundial vive el cristianismo razonablemente bien. Muchos ni siquiera son cristianos. Y hoy muchos cristianos, incluso católicos, no viven el cristianismo razonablemente bien: ir a misa los domingos, practicar los sacramentos, amar al prójimo, etcétera. Yo hice las cuentas para calcular el mencionado porcentaje. Cada quien puede hacer sus propias cuentas. Puede haber pequeñas variaciones que indiquen otros porcentajes, pero lo más probable es que sea un porcentaje menor que el 1.0 %; es decir, que en dos milenios no hemos hecho casi nada de lo que Jesús nos pidió. Éste ciertamente es un gran escándalo.
Jesús rogó al Padre que todos fuéramos uno, como lo son el Padre y Él, y así el mundo creyera que el Padre envió a Jesús (Cf. Juan 17, 20-23). Y nosotros hoy nos encontramos divididos; de los ortodoxos desde hace un milenio, y de los protestantes desde hace medio milenio, y no se ven indicios claros de que vayamos a unirnos. Bonitas palabras, escritos y reuniones, pero pocas realidades. Éste ciertamente es otro gran escándalo.
Me gusta llamar crisis del incumplimiento a estos dos grandes escándalos. Hace falta superar esa crisis. ¡Hace falta investigar!
El proyecto modelo de que en la global humanidad los cristianos nos unamos y enseñemos a todas las gentes a vivir el cristianismo razonablemente bien, es hoy considerado una utopíal.
Jul 20, 23 10:59 AM
Jul 01, 23 10:29 PM
Dec 25, 21 12:30 PM
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